En el 2014, un estudio de Harvard nombró a Charlotte como la ciudad en el puesto 50, de 50, en movilidad económica.
En el 2014 Charlotte recibió una noticia inquietante: a pesar de su economía creciente, el sueño americano se tambaleaba aquí. Un estudio de Harvard encontró que un niño nacido en la pobreza en Charlotte tenía las posibilidades más bajas de salir de la pobreza entre las 50 ciudades principales de Estados Unidos. Fue un grito de guerra para que el gobierno, las organizaciones sin fines de lucro y las empresas trabajarán juntos para mejorar esas probabilidades de movilidad económica. Pero ahora, ocho años después, es difícil saber si hemos progresado en esos esfuerzos.
Como resultado de los hallazgos del estudio, conocido localmente como el “estudio Chetty”, Charlotte gastó un estimado de $400 millones tratando de impactar las áreas que consideró críticas para proveerles a los niños una mejor oportunidad de escapar de la pobreza. Eso incluyó expandir los programas de pre-kinder y la vivienda a precio justo con fondos del gobierno, negocios y filantropía.
Pero si se pregunta a personas familiarizadas con este trabajo que midan cómo hemos avanzado, no se escuchará a nadie decir que lo hemos resuelto. Lo que escuchará será algo parecido a lo que dijo Brian Collier, vicepresidente ejecutivo de la Fundación de las Carolinas.